martes, 20 de agosto de 2013




El pique profesional

Caballito de marPor suerte, el segundo tatuaje que hice era muy fácil, repasar un pequeño caballito de mar tribal.
Me costó un poco dejar el relleno bien negro y homogéneo, y creo que castigué la piel más de lo necesario, pero quedó quedó muy bien. Yo estaba contento y a mi clienta también le gustó mi trabajo. Todos contentos, todos felices. Es bonito cuando las cosas salen bien y todo el mundo gana.
En el subidón de mi alegría le mostré a un tatuador que conozco una fotografía del caballito, no esperaba que me diera dos palmadas en la espalda y abriera una botella de champan en mi honor, pero sí un poco apoyo, unas palabras amables y un "ánimo que ya lo tienes", incluso si eso era pedir demasiado, que simplemente me aconsejara sobre como hacerlo mejor. Todos hemos sido aprendices y me parece lógico ser amable con la gente que empieza. La respuesta que recibí no se pareció a nada de eso, fue más bien algo así como: "¿Tú para qué repasas si no tienes ni puta idea de tatuar?", "Le has destrozado la piel", "Se va a quedar fatal", etc... 
Viniendo de quien venía no me sorprendió y no se lo tomé en cuenta, el tío me cae bien pero tiene ese tipo de salidas tan simpáticas y educadas que se le perdonan por ser como es. Lo que no sabré nunca es el motivo de esa hostilidad. ¿Fue el pique entre profesionales?, ¿así es en realidad la relación entre tatuadores?. Que triste.


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